Comencé a escribir a raíz de la enfermedad de mi madre que provocó, entre otros, la apertura de una esclusa que mantenía cientos de relatos atrapados. Fui una estudiante entusiasta con alma de cuenta historias. Con estos antecedentes terminé siendo un buen ingeniero, actividad que me permitió viajar y conocer múltiples anécdotas que fraguaron en fabulas inéditas.